- Área: 399 m²
- Año: 2013
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Fotografías:Gonzalo Viramonte
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto consistió en modificar una vieja casona de principios del siglo XX, la que funcionó como hostería desde los años 40, convertirla en un pequeño hotel de 10 habitaciones, tratando de sacar partido del escaso terreno libre.
Se pensó el hotel como una operación de superposición, una nueva estructura perimetral, que diera cuenta de los espacios vacantes, a la vez que articulara la casona original con ampliaciones de menor calidad que se habían sumado en el tiempo.
Nuevos espacios y programas a partir de una osamenta de hormigón armado, que resolvió en una sola pieza, el hall de acceso y una pileta en su azotea, dejando pequeños patios y rajas de luz para que siempre se destaque el cuerpo original de la antigua construcción. Recubriendo esta, se desarrolló una estructura metálica que funciona de soporte de un entramado de hierros de construcción para una fachada de glicinas, al tiempo que avanza sobre la terraza de los volúmenes planos, conformando decks y lugares de expansión desde donde se puede apreciar el paisaje dominado por el cerro Uritorco.
El proyecto se juega en los intersticios de los patios y sus dos estructuras, la de hormigón, que resuelve el ingreso y marco de acceso a la casa y la metálica, que se desprende como una geometría caligráfica en diálogo con las formas de los techos de fuerte pendiente de la vieja hostería.
Hay una voluntad de construir la atmósfera de un jardín ruinoso, hecho de hierros oxidados y enredaderas ascendentes, que al atravesarlo, da lugar al descubrimiento de los espacios más umbríos de la casa.
El tiempo, como tensión argumental en el recorrido fluido de espacios interiores y exteriores, una atmósfera construida con una materialidad austera y cruda, un collage hecho de la reutilización de pisos, artefactos sanitarios y muebles de la propia demolición, dislocando las partes, los vestigios de otras épocas en la conformación de lo contemporáneo.
Todo el proyecto tiene las características de una obra inconclusa, que seguirá mudando de aspecto y usos, que quedará implicada en un juego sin fin y sin retorno.
El paisaje interior se completa con el devenir de los huéspedes, que se suceden, simétricamente a los de principios del siglo XX, en la vieja hostería serrana.